La Navidad para mí es una de las fiestas más hermosas del año.
Tiempo para conectar con nuestro niño interno, recordar vivencias hermosas, transmitir a nuestros hijos la magia, gozar con el asombro en sus caritas en cada rito y tanto más.
Sin embargo hay mucho más. Solemos hablar de la parte dulce de la Navidad, pero desconocemos su dualidad restandonos de recibir el regalo que año a año nos brinda.
La Navidad tiene una potencia enorme, porque con las mismas luces con que señala nuestras alegrías también rozará nuestras sombras.
Y es que el como se active nuestra huella de infancia será según nuestra historia. Puede haber más o menos dolor en torno a esa vivencia, heridas profundas incluso asociadas directamente a memorias de la fiesta.
Las experiencias de dar y recibir también cruzarán en el recuerdo, levantando vivencias multicolores en nuestras relaciones y con nuestra familia.
No estamos exentos de fantasmas de las Navidades pasadas.
Pero como bien grafico Charles Dickens en la historia de Ebenezer Scrooge estos fantasmas tienen un fin evolutivo.
Ya lo vivimos, en un tiempo con menos consciencia y menos herramientas, y esto tuvo un sentido en nuestro proceso evolutivo.
Somos el resultado de todo ello, pero no estamos determinados porque hoy hemos crecido y verlos nos permite destapar fuerzas inconscientes que aún atrapan la expresión luminosa, libre y auténtica de nuestro niño.
Y ese es mi deseo para Navidad, en lo personal y colectivo, recibir el regalo integrando su dualidad.
Sin anestesiar o evadir los fantasmas, no para rendirnos a ellos, sino que para mirarnos compasivamente a través de ellos.
Mirar las sombras del pasado, para construir un presente más consciente y sano, activando nuestra magia, forjando nuevas tradiciones que den espacio a que nuestro niño interno se sienta seguro de expresarse en libertad.
Deseo que en estas fiestas cada uno de los que lee pueda abrazar a esos fantasmas, sostenido, renaciendo a sí mismos con amor y paz. Que esta y cada Navidad recibamos el regalo de aprender a darnos amor.
Porque solo podemos dar al mundo lo que ya hemos conquistado en nosotros.
¡Feliz Navidad!
Vkelm