Fueron largos meses de ausencia en este espacio, casi como una premonición el último post sobre Los Tiempos de Crisálida anunciaba que vendría un viaje profundo, de soltar muchas esferas de mi vida para replantear el sentido de cómo iba desarrollando mis proyectos y transitando mi camino.
Momentos dónde los vínculos se han puesto a prueba, despertando una tribu renovada, y por sobre todo, una ruta que me llevó a grandes aprendizajes sobre mi misma. A habitarme en consciencia.
Habitarnos refiere a la idea de aprender quienes somos más allá de nuestras construcciones mentales, creencias heredadas o cualquier concesión que hayamos hecho para pertenecer a nuestra tribu/sociedad. Es develar las capas de coraza para vernos de manera auténtica en nuestros diversos planos, reflexionando sobre las verdades que hemos hecho nuestras para permitir emerger nuestro <<Ser>>, libre e intenso.
Es atrevernos a soltar la idea de control sobre lo que debemos ser, permitiendo que fluya nuestra esencia y ritmo, sin limitaciones ni juicios. Trabajando en alcanzar un equilibrio mente-emoción-acción.
Un proceso que implica abordar nuestra vivencia emocional de una manera aceptante, aprendiendo a fluir y no controlar las emociones, agradeciendo nuestra naturaleza y reconociéndonos con esas nuevas alas. Dándonos amor primero, cultivando un lazo de respeto hacia nosotros mismos, estableciendo limites que nos permitan ser felices viviendo en coherencia afuera y adentro.
Es por todo esto que el proceso de habitarnos implica un desarrollo consciente, pues requiere abrirnos a Ser con la valentía de cortar con los condicionamientos que nos han hecho creer que si no nos adaptamos no perteneceremos. Olvidando que nuestro primer objetivo es pertenecernos a nosotros mismos, saber quienes somos realmente, porque solo desde esas certezas podemos trazar el curso vital en correspondencia a nuestra alma.

Habitarnos como padres
Este proceso de autoconocimiento ha sido de gran valor no sólo por mi propio desarrollo, sino que en mi maternidad se ha transformado en una herramienta valiosísima para la crianza de mis hijos. Tanto para reconocerme como madre en esta otra vereda, como para que mis dos pequeños conecten conmigo de una manera más auténtica.
Pues me ha permitido conocerme más allá de los estándares de perfección (que muchas veces buscamos en la crianza), identificando que hay días de pleno sol y otros un tanto grises, que hay veces que la tolerancia y el cansancio apremian, y otros en que soy toda paz y abundancia. Y que las tormentas no borran los arcoíris, como nada nunca borrará mi amor por ellos y el de ellos hacia mí.
En pocas palabras nos ha acercado a vibrar desde el amor incondicional, viendo quienes somos realmente sin forzar un ideal que no existe, desde una posición más sincera en cuanto a nuestras necesidades, sentires y expectativas. Fortaleciendo nuestros lazos al emerger todos en el campo familiar como seres individuales, complejos y reales.
María Lucía Lecaros Easton
Periodista, Licenciada en Comunicación Social
Postítulo en Género y Desarrollo
Asesora Experta en Acompañamiento a la
Maternidad Consciente y Crianza Respetuosa
Asesora de Lactancia EDULACTA
Doula y Terapeuta Holística