#LeccionesMaestras: Expectativas

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Otro aspecto que emerge de manera muy cristalina en la crianza, y que se relaciona mucho con la idea de control, es el trabajo que cada uno debemos hacer con las expectativas. Y es que desde muy temprana edad comenzamos a operar bajo la premisa de que ante determinadas situaciones hay otras que razonablemente se asocian y que debemos esperar que ocurran,  casi como una probabilidad que se vuelve absoluta.

Se sustentan en las creencias que nos han sido transmitidas, de las cuales su gran fuente es la de que desde la razón somos capaces de controlar nuestro entorno, generando factores predictivos para toda experiencia humana, los cuales son necesarios para la confianza y movernos en un campo de certezas.

 

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Así las expectativas se forjan a lo largo de nuestra vida como la base de nuestra seguridad, el terreno desde cual es deseable movernos y desde donde seguramente todos los otros se sostienen.

Expectativas en la Crianza

Cuando devenimos a padres llevamos bastante tiempo nutriendo nuestra fortaleza de expectativas, seguros que nuestra vida seguirá el curso trazado en esos debería que nos indica la mente. Pero una vez que nace nuestro hijo, una de las primeras cosas que comienzan a tambalear son todos estos supuestos.

Nada parece ser como debiera serlo y nos agobia pensar que desde ahí todo continuará así, resistiéndonos a abrazar nuestra realidad por mantener la tensión constante con la idea anticipada que trazamos sobre cómo sería nuestra vida de padres, cómo nuestra vida seguiría tal cual agregando solamente un bebé, cómo criaríamos y reaccionaríamos a diversas situaciones, etc.

Es este punto en que muchos padres comenzamos a frecuentar grupos o buscar alguna guía que ilumine y ordene este caos que traspasa a lo existencial. Nos perdemos entre tanto cambio sin certezas desde las cuales sostenernos…

 

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Y es que la trampa de las expectativas ha llevado tanto tiempo dentro nuestro que hemos creído que de otra manera no es posible vivir, seguros de que la única manera de procurar nuestro bienestar es anticiparnos lo más posible a lo que vendrá para saber cómo responder. Perdiendo así la capacidad de vivir en el aquí y el ahora, de mirarnos, de aprender, de encontrarnos (con nuestros hijos, los demás y con nosotros mismos).

Soltar las expectativas

Reconocer la jaula de las expectativas nos permite saltar de la desconexión de nuestro Ser. Superando las barreras que nos mantienen centrados en un futuro controlado y predecible, esmerándonos en no descarrilarnos para estar bien, para ser fieles a los estándares, olvidando completamente la riqueza de permitirnos fluir, aprendiendo intensamente de cada momento.

Soltar las expectativas sin duda no es un trabajo sencillo, hay años y generaciones por descodificar, pero al ser padres recibimos unos grandes maestros que pondrán en jaque día a día todas estas creencias autolimitantes, todo este cúmulo de supuestos que nos retienen y no nos permiten vivir, sentir y amar incondicionalmente. Basta con comenzar a cambiar la perspectiva del día a día cuando las cosas no salen como pensamos y permitirnos experimentar estas nuevas tierras del descontrol, dando la bienvenida al aquí y el ahora.

No hay nada tan liberador como aprender a no esperar nada -de nosotros, los otros o cualquier cosa- pues es la única forma de abrirnos a vivir en el todo.

 

 

María Lucía Lecaros Easton
Periodista, Licenciada en Comunicación Social
Postítulo en Género y Desarrollo
Asesora Experta en Acompañamiento a la
Maternidad Consciente y Crianza Respetuosa
Asesora de Lactancia EDULACTA
Doula y Terapeuta Holística

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