Una vez que tomamos consciencia de nuestros orígenes y nuestra historia, que somos capaces de mirarnos por primera vez reconociendo a quién somos -libres de los discursos engañados y los personajes adoptados para sobrevivir y encajar-, es que activamos la auténtica capacidad de amarnos a nosotros mismos. Abrazamos nuestra existencia, limpiamos nuestras heridas para que comiencen a sanar, conscientes de nuestra luz y sombra, reconociendo quién somos en esencia… nos habitamos.
Desde esta incondicionalidad hacia nosotros podemos comenzar a desempolvar nuestras alas, atadas por largos años, para ensayar nuestro vuelo y buscar nuestro lugar en el mundo. Es por ello, que la maternidad y paternidad son dimensiones altamente propicias para que tracemos un camino autoconcordante en nuestro desarrollo, coherente a quienes somos y basado en nuestros deseos.
Sin duda es un camino con ritmo propio, lejos de lo lineal, dónde olas emocionales vienen y van adentrándose cada vez más a nuestro centro, con momentos en que nos sentimos desorientados o o desbordados, transitando en un cielo despejado a nublado (o con tormenta). Como todo proceso de crecimiento espiritual y personal, late con el son que nos es propio en ese momento, mostrándonos lo que debemos aprender.
Y es que existe una sincronía absoluta entre lo que vivimos en nuestro fuero interno y las experiencias que nos rodean, todo por un sentido se presenta y se ordena para que de ello podamos obtener las lecciones que nos permiten crecer y sanar.
Hoja de Ruta: Cuáles son los pasos a seguir
Desde ahí, es que la clave para atravesar este camino es la confianza en nosotros mismos. Pues aunque a veces no esté a tope, la más mínima luz de convicción nos permite coger fuerzas para continuar hasta el claro del bosque dónde nos restauramos para proseguir: para sanar, aprender y vivir.
Esta confianza es la que florece una vez que nos alejamos de los condicionamientos, una vez que nos permitimos ser auténticos y comenzamos a amarnos incondicionalmente. Sólo es ahí cuando dejamos de vivir en la estrategia constante de no perder, bajo el engaño de la lucha por vivir, desprovistos del placer y el goce por existir, creyendo verdaderamente que debemos hacer algo para Ser alguien, con la consciencia atada al control.
Así, el devenir a padres nos entrega una poderosa llave para amarnos, sostenidos en las lecciones que la crianza nos brinda en lo cotidiano, removiendo las anteojeras que nos mantenían alienados en un sistema de creencias que no permitía abrir nuestras alas y reconocer nuestro auténtico ser.
Ciertamente es un camino que no está hecho para transitar en soledad, -en realidad nada en la experiencia humana debiera ser así por nuestra naturaleza- por lo que no debemos perder de vista que es sumamente valioso acompañarnos, como hermanos de ruta, como tribu, en esta senda de consciencia y sanación. Tejiendo redes que nos otorguen fortaleza y luces en los momentos en que la niebla se apodera del sendero, dándonos valor para continuar cuando las sombras van de gris a oscuro, y para reir, compartir y disfrutar los momentos de pleno sol.
María Lucía Lecaros Easton
Periodista, Licenciada en Comunicación Social
Postítulo en Género y Desarrollo
Asesora Experta en Acompañamiento a la
Maternidad Consciente y Crianza Respetuosa
Asesora de Lactancia EDULACTA
Doula y Terapeuta Holística