El aprendizaje más importante que heredamos de nuestros hijos, es sin lugar a dudas el Amor Incondicional, ese amor que no espera nada a cambio, que simplemente se da, independiente de lo que haga el ser amado, no juzga, no pone condiciones ni exige nada. Es la emoción más pura y elevada que podemos experimentar.
Nuestros hijos con sólo existir nos invitan a transformar nuestros vínculos y ampliar nuestra capacidad de darnos a un otro, la alta demanda implícita en su cuidado hace que desde el primer momento sea un proceso intenso y extenuante, y tal como comentaba en el post anterior: el amor incondicional es la única arma que nos salva en medio de esta avalancha.
Pero como todo en la crianza, vivir el Amor Incondicional es una invitación, no un camino que necesariamente vayan a recorrer todos los padres, o es un hito que surja en el mismo momento. Por el contrario, vivir desde esta dimensión implica un ejercicio consciente, el atrevernos a fluir, a sanar y soltar nuestras propias historias de condicionamientos en los afectos, superar de una vez por todas el programa de si haces esto te daré esto, pero si no lo haces te quitaré aquello, nos pide ser valientes y amar sin medidas, sin protecciones.
Así, cada persona vivirá este proceso en un ritmo propio, en la medida que su propia biografía lo permita, profundizando cada vez más en esta dimensión del amor e incluso permitiéndose extenderla a otras esferas relacionales. Pues esta lección parte con aprender a amar incondicionalmente a nuestros hijos, pero luego nos incita a comenzar a hacerlo con nosotros mismos, nuestra pareja, familia, amigos y en toda relación que podamos generar.
Amar incondicionalmente implica soltar la idea de control también en el ámbito de los afectos, debido a que no tenemos resguardos para amar, y por lo mismo es la manera más auténtica y sanadora de sentir, porque no juzgamos al otro ni a nosotros mismos, simplemente sentimos, sin importar qué ocurra, en libertad para quien da y quién recibe.
Amor Incondicional en la Crianza
De esta manera, es que también iniciamos la vía conocida por muchos como crianza respetuosa o consciente, pues nos desprendemos de los condicionamientos heredados de infancias acompañadas por adultos muchas veces dañados, con conductas violentas o autoritarias, de grito fácil, de amenaza constante. Padres, abuelos, tíos y una sociedad completa que vibraba desde premio o castigo, dónde nunca eramos aceptados incondicionalmente, y por tanto, dónde prácticamente nunca tuvimos referencias de este tipo de amor.
Sin embargo, es una experiencia que supera con creces cualquier etiqueta o bandera que podamos asignarnos, pues trasciende a una forma de sentir y ser.
Criar desde el Amor Incondicional implica abrirnos a que sin importar quiénes sean, qué elijan hacer, los caminos que tracen, ni ningún requisito, los amamos, aceptamos, reconocemos y cuidamos, respetando su naturaleza, ritmo, atendiendo sus necesidades sin juzgar, estamos para ellos, disponibles y presentes siempre. Por todo ello, esta lección es un paso crucial en nuestra vivencia consciente como padres y personas, pues nos abre a una nueva dimensión dónde los vínculos se cultivan desde una mayor profundidad.
María Lucía Lecaros Easton
Periodista, Licenciada en Comunicación Social
Postítulo en Género y Desarrollo
Asesora Experta en Acompañamiento a la
Maternidad Consciente y Crianza Respetuosa
Asesora de Lactancia EDULACTA
Doula y Terapeuta Holística